Las mujeres han logrado mantener viva parte de la identidad de los yucatecos
Tras la declaratoria del bordado maya yucateco como Patrimonio Cultural Intangible del Estado, mujeres bordadoras celebraron que exista un mecanismo que proteja esta actividad que han heredado de sus ancestras y que forma parte de la identidad de los yucatecos.
Cándida Jiménez Bojórquez es originaria del municipio de Maní y desde hace 37 años se dedica al bordado maya, al cual reconoce como “una herencia preciosa y valiosa”.
“La declaratoria significa que el bordado tiene un respaldo para que esté protegido, para que no venga un extraño a apoderarse de algo que no es suyo y para que se mantenga viva nuestra cultura”, comentó en entrevista con La Jornada Maya.
Candy, como le dicen de cariño, aprendió a bordar desde que tenía 10 años y desde entonces se ha especializado en distintos tipos de puntadas con los que crea diseños únicos que vende desde un pequeño taller ubicado en su domicilio.
“El bordado es hermoso porque ahí viene una parte de nuestros ingresos económicos”.
Mayra Chi Pérez, bordadora de la comunidad de San José Oriente, en el municipio de Hoctún, coincide en que esta declaratoria le da el justo valor a la labor que realizan las mujeres mayas desde tiempos ancestrales.
“La gente ya no lo vería como sólo que existe, le van a tomar más valor y más importancia a la labor que realizamos. Es lo que nos distingue, mi difunta abuela lo hacía porque su mamá le enseñó y ella le enseñó a mi mamá y mi mamá a nosotras. Ahora yo le enseño a mi hija”.
El bordado, asegura Mayra, es motivo de orgullo porque recuerda el valor de las personas mayas.
Al respecto, María Elisa Chavarrea, directora de Patrimonio de la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta) señaló que la declaratoria visibiliza todo el trabajo que hay detrás del bordado yucateco.
“Muchas de esas piezas son únicas, a veces no pueden repetir una misma pieza, es como un artista que crea un cuadro, lo mismo sucede con los bordados que elaboran las artesanas, que muchas veces son creaciones que surgen de su mismo pensamiento, de su mismo sentir y que lo trasladan a una pieza que es única. Las bordadoras plasman parte de esta vida que tienen las mujeres de las comunidades”.
Dijo que la declaratoria da pie a la creación del plan de salvaguarda que reconoce a las bordadoras y que promueve la compra directa.
Las bordadoras sugieren que la siguiente acción sea llevar talleres de bordado a las escuelas de las comunidades para que las nuevas generaciones aprendan a realizarlo y sigan manteniendo vivo este patrimonio.
“Aquí en el pueblo (San José Oriente) hay niñas que lo hacen, pero en otros lados ya se perdió, ya no hay. Me gustaría un reconocimiento para que podamos dar clases y no se quedé sólo en una declaratoria”, señaló Mayra.
“Que se den clases en las escuelas para que las niñas lo sientan y borden y aprendan algo de nuestras generaciones pasadas, algo que puedan ejercer y hacer en sus ratos libres”, dijo Candy.